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Yakult tiene dos cucharadas y 1/2 de azúcar

Por Poder del Consumidor

Nos lo venden como muy saludable pero equivale en azúcar a beberte una coca chiquita y aparte un estudio asegura que no tiene el número de lactobacillus que anuncia en su etiquetado, por lo que no ayuda casi nada.

Yakult es un producto lácteo fermentado por el Lactobacillus casei Shirota.

¿Qué es el Lactobacillus casei Shirota? Es una bacteria a la que se le han considerado beneficios, como inhibir algunos microorganismos patógenos (Salmonella, Shigella y Helicobacter), reducir la intolerancia a la lactosa y aumentar la respuesta inmunológica, además de prevenir malestares intestinales y mantener el balance de la microflora intestinal (www.fda.gov/Determination for the Use of Lactobacillus casei Strain Shirota As a Food Ingredient.pdf).

Pero es muy diferente consumir esta bacteria a través del yogurt natural a consumirla a través de un producto industrializado.

Aún se desconocen todos los efectos inmunológicos (aumento en la respuesta inmunológica) que se pudiesen tener con el consumo de productos probióticos (rivm.openrepository.com/Immune effects of Lactobacillus casei Shirota.pdf).

El envase de 80 mililitros (un botecito) contiene 12.56 gramos de azúcares añadidos, equivalente a 2½ cucharadas cafeteras de azúcar, lo cual cubre del 50.2 al 83.6% de lo máximo tolerado de azúcar para un adulto para todo el día, de acuerdo con la Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés), pues este organismo indica que la cantidad de azúcar máximo tolerada para un adulto es de cinco (mujeres) a siete (hombres) cucharadas cafeteras para todo un día.

Si un niño o niña se toma un botecito equivaldría del 50.2 al 83.6% de lo máximo tolerado para un niño o niña para todo el día, ya que la ingesta máxima tolerada de azúcar añadida para niño o niña diaria debe ser no mayor de tres a cuatro cucharadas cafeteras, de acuerdo con la AHA.

Es frecuente que padres de familia incorporen este producto para el desayuno, lunch escolar o colación de sus hijos o hijas, creyendo que obtendrán un beneficio en su digestión.

Beber este producto podría equivaler a ingerir un “shot” de azúcares, ya que contiene sacarosa (azúcar de caña) y glucosa, por lo que difícilmente un consumidor podría saber las cantidades de azúcares que están ingiriendo con este producto.

Un niño o niña que bebe este producto de manera cotidiana tendrá un impacto negativo en sus hábitos de alimentación, generando gusto por los sabores dulces.

Además, la alta ingesta de azúcares está directamente asociado con trastornos del metabolismo (care.diabetesjournals.org/content/Sugar-Sweetened Beverages and Risk of Metabolic Syndrome and Type 2 Diabetes.full.pdf+html).

Ingredientes:

Agua, azúcar, 3.6% de leche descremada en polvo, glucosa, saborizante artificial, Lactobacillos casei Shirota 108 UFC/ml (significa que el producto contiene 100 millones de bacterias).

Contiene dos tipos de endulzantes: azúcar de caña y glucosa.

El segundo ingrediente es azúcar.

La cantidad de leche en polvo que contiene es de tan sólo 2.88 gramos, mientras que la cantidad de azúcar son 12.5 gramos, es decir, cuatro veces más azúcar que leche.

Por otro lado, el producto dice que contiene saborizante artificial, pero no especifica qué tipo.

Respecto a la parte de los lactobacilos, el producto especifica la cantidad de bacterias presentes. Sin embargo, en su publicidad asegura tener más de 8 MIL millones de bacterias, cuando el producto solamente llega a los 100 millones.

Aunque no se ha fijado un monto mínimo de lactobacilos para los productos- hay estudios que demuestran que la cantidad mínima necesaria para que los lactobacilos sobrevivan al pH del tracto gastrointestinal tendría que ser mayor a los 100 millones de lactobacilos (108 UFC/ml).

Etiquetado:

La etiqueta es muy sencilla. Se muestra el tipo de producto “alimento lácteo fermentado”, el nombre de la marca “Yakult” y una pequeña leyenda que indica que “contiene más de 8 mil millones de Lactobacillus casei Shirota”.

Esta última leyenda es engañosa, ya que el producto solamente contiene 100 millones de Lactobacillus casei Shirota, es decir, apenas contiene lo mínimo necesario para que pueda tener algún beneficio a la salud. Si se hace una comparación con la cantidad de azúcares que contiene para el tamaño de porción, los beneficios terminan siendo pocos, o inclusive para algunos casos podría hasta llegar a afectar.

Este detalle es importante, ya que en última instancia no se estaría obteniendo ningún beneficio a la salud. Si bien, como se mencionó previamente, aún no existe un acuerdo que establezca cuál es la mínima concentración de microorganismos probióticos en un producto para obtener beneficios en la salud, se ha establecido por diversos estudios que la concentración mínima deberá ser mayor a 108 UFC/ml (www.sciencedirect.com/science/article/Effect of acidification on the activity of probiotics in yoghurt during cold storage).

“La publicidad se basa en el alto contenido de lactobacilos (¡más de 8 MIL millones!), cuando realmente no contiene ni la décima parte de lo que establece su publicidad y leyendas en el etiquetado. La misma etiqueta se contradice. En la parte frontal se establece que el producto contiene más de 8 MIL millones (MIL millones se expone como 10 a la 9), y en los ingredientes se establece que contiene 100 millones o 10 a la 8 (ni siquiera 1 MIL)”.

Debido a que son números difíciles de entender, un consumidor que sólo tiene unos segundos para revisar etiquetas en el mercado o supermercado jamás podría detectar este engaño. Se requeriría de una calculadora científica y mucho tiempo de revisión para poder deducir esta información.

Lo que los consumidores sí logramos captar es que es “bueno para el estómago”, “bueno para la digestión” o “bueno para la flora intestinal”. Esto es gracias a la publicidad que tiene en televisión e internet. Sin embargo, es información engañosa que se contradice en la etiqueta del producto. Difícilmente un consumidor podría notar el engaño.

Los consumidores tenemos derecho a no ser inducidos al engaño a través de leyendas como las que este producto utiliza, ya que la población podría incorporarlo como parte de su alimentación de manera cotidiana, sin saber que los beneficios a la salud no son realmente tantos como se hace creer.

Una persona que ya presenta algún padecimiento relacionado al alto consumo de azúcares, como la diabetes, tendría que ser alertado para su consumo.

Desafortunadamente para el “producto lácteo fermentado” la Norma Oficial Mexicana 185-SSA para Productos Lácteos Fermentados no se establece un mínimo de microorganismos viables, lo cual protegería a los consumidores de estos engaños (ver: productos lácteos fermentados en www.salud.gob.mx/unidades/cdi/nom/185ssa12.html).

Los etiquetados deben orientar a los consumidores y no inducir al engaño.

Es importante que al consumidor se le proporcione información veraz. De acuerdo con la Norma Oficial Mexicana de etiquetado y el Reglamento de la Ley de Salud en Materia de Publicidad no se debe engañar al consumidor, sino que se debe proteger al consumidor del engaño publicitario (www.salud.gob.mx/unidades/cdi/nom/compi/Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Publicidad.html).

Fuente: Poder del consumidor

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